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¿SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO?

Julio Guzmán ha sido virtualmente desembarcado de la carrera electoral. ¿Se extinguirá también el "Baby Dino"?

RICARDO LITUMA MUÑOZ

Publicado: 2016-02-16


Pasaron dos febriles noches y calurosos días y, por fin, se conoció el pronunciamiento del Jurado Nacional de Elecciones respecto a la apelación a la resolución del Registro de organizaciones Políticas que declaró improcedente la solicitud de inscripción de las modificaciones a la partida electrónica del Partido Todos por el Perú.

Contrariamente a mi evaluación y pronóstico del caso (ver: https://zoonpolitikonricardolitumaricardolituma.lamula.pe/2016/02/10/bola-de-cristal-electoral/zoompolitikon/), el Jurado Nacional de Elecciones confirmó por mayoría la resolución del ROP (3 votos contra 2, incluyendo el del Presidente del JNE), y de nada sirvieron las argumentaciones legales presentadas por los abogados de Todos por el Perú y las presiones efectuadas por el Candidato y sus simpatizantes (sería pecar de ingenuo pensar que esas “manifestaciones ciudadanas” no tenían como motivo ejercer presión en el JNE); Julio Guzmán empieza a vivir en este momento una agonía que, días más o días menos terminará por dar muerte a sus aspiraciones presidenciales, por lo menos, en este proceso electoral.

Pues lo cierto es que, si bien la decisión del JNE se limita a denegar que el Registro de Organizaciones Políticas modifique la partida registral de Todos por el Perú, y que ella es independiente de la inscripción de la fórmula presidencial y de las listas de candidatos al Congreso del mencionado partido, es precisamente el reconocimiento de la legalidad de dichas modificaciones estatutarias la que podía validar los procesos eleccionarios internos que llevaron a Guzmán y demás integrantes de la plancha presidencial y listas congresales a postular como candidatos en estas próximas justas electorales.

Como consecuencia lógica de ello, El Jurado Electoral de Lima Centro y los Jurados Electorales Especiales, para los casos de listas presidenciales y parlamentarias respectivamente, deberían en los próximos días declarar la improcedencia de las candidaturas antes mencionadas; pues aun cuando son autónomas en sus decisiones, difícilmente decidirían llevar la contra al pronunciamiento del máximo ente en materia electoral.

Julio Guzmán se ha apresurado en declarar que presentará un recurso extraordinario de revisión y que, de ser denegado, acudirá a otras instancias (entiéndase el tribunal Constitucional y la Corte Interamericana de DDHH), pero las probabilidades de revocación del fallo por el propio JNE son mínimas y en tanto las etapas en materia electoral son preclusivas, cualquier fallo a favor que pudiera obtener en el TC o en instancias internacionales de ninguna manera lo repondrá en la carrera electoral, limitándose a establecer eventuales responsabilidades de los funcionarios que emitieron las resoluciones materia de la impugnación.

En el camino, el candidato “diferente” involucionó y aprendió a actuar como los “dinosaurios” cuya extinción perseguía. Además de intentar ejercer presión al JNE con sus manifestaciones y con la ya anunciada marcha en protesta por el fallo recibido, aprendió a buscar irregularidades no sancionadas en sus rivales para reclamar un trato equivalente (en lugar de insistir en la “regularidad” de sus actos), a buscar “manos negras” de opositores políticos en la decisión de su destino y cuestionar la “legitimidad” de la decisión del JNE para buscar la “victimización” que tantas veces ha funcionado en nuestros lares.

¿Que su salida de la contienda era deseada por todos sus rivales políticos?, ¡por supuesto que sí!. Era un candidato “sin pasado” y sin “mochilas” que había crecido más de lo esperado y se tornaba difícil de combatir; pero ¿era ese el camino correcto?, particularmente creo que no. Creo que Guzmán debió haber seguido el camino iniciado de presentarse como un nuevo tipo de político, que buscaba presentar propuestas antes que ponerse a atacar a los demás. Sospecho sin embargo, que ya algunos de sus asesores deben de haberlo convencido que para cambiar las reglas del juego primero tienes que ganarlo y, aunque no nos guste, ese tipo de conductas constituyen la regla en la política peruana.

Solo queda desear que ese “raptus jurásico” sea algo temporal y averiguar si la “Ola Morada” se convierte en una corriente permanente que adhiera a ella personalidades competentes e influyentes así como simpatizantes y militantes realmente comprometidos con el cambio que preconizaban. Falta mucho para las próximas elecciones y solo se es “novedad” una vez.


Escrito por

Zoon Politikón

Por Ricardo Lituma Muñoz. Abogado, idealista (¿o iluso?) creyente de las posibilidades de adecentar la política y el servicio público.


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