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SI NO ES POR LA PUERTA QUE SEA POR LA VENTANA

Por Ricardo Lituma Muñoz

Publicado: 2020-11-04



“Creo que esto terminará en la Corte Suprema y creo que es muy importante que tengamos nueve jueces” declaraba Trump a los medios hace unos meses anunciando cual sería la estrategia a seguir por el actual presidente de USA si el favor popular le era esquivo en la elección presidencial que estaba por venir.

Trump había iniciado ya una campaña para poner en duda la integridad de la elección futura, señalando sin pruebas que el uso del voto por correo durante el la pandemia del coronavirus provocaría un fraude y pidiendo, en concordancia con ello, que sus correligionarios asistieran masivamente a votar el 03 de noviembre.

Esta estafa que los demócratas están llevando a cabo, es una estafa, la estafa se verá en la Corte Suprema de los Estados Unidos, y creo que tener una situación de 4 a 4 no es una buena situación”, señaló Trump.

La corte Suprema de los Estados Unidos, conformada por 9 jueces, tenía en ese momento 8 integrantes (5 considerados conservadores y 3 liberales) y se encontraba pendiente la elección del reemplazo de la fallecida Ruth Bader Ginsburg, icónica defensora de los derechos civiles, la cual finalmente recayó en la conservadora Amy Coney Barrett.

El tiempo pasó, las elecciones presidenciales llegaron el martes 03 de noviembre y el miércoles 04 Trump, sin que se hubiera terminado el proceso de conteo de los votos emitidos en ellas, se apresuró en declarar que las había ganado pero que acudiría al Tribunal Supremo para denunciar un presunto fraude en contra suya y solicitar que se paralice el proceso de conteo de votos.

¿Comportamiento ilógico?; en principio parece obvio que no, “si ya gané las elecciones para qué voy a impugnarlas” seria la respuesta lógica. Lo respuesta entonces sería que Trump en realidad considera que las está perdiendo y debía poner en práctica la estrategia pensada para revertir esa situación.

Pero, ¿es posible sostener válidamente la posibilidad del fraude electoral denunciado por Trump?. Para formarnos una respuesta es necesario conocer ciertos detalles del proceso eleccionario en USA.

Para empezar diremos que el voto es voluntario en USA, lo que supone quienes lo ejercitan tienen cierto grado de “compromiso” con el proceso y los partidos o candidatos en la lid.

En segundo lugar, si bien la fecha oficial de las elecciones fue el 3 de noviembre, no se votó exclusivamente en esa fecha. Además de la votación presencial que se efectúa ese día existe la posibilidad de ejercer el antes mencionado voto por correo y, además, hay otra modalidad permitida en la mayoría de los estados y que consiste en un periodo para ejercer el “voto anticipado” en los centros electorales para facilitar su ejercicio antes del día fijado.

En tercer lugar, es indudable que Trump es el típico ejemplo del candidato que polariza las preferencias. O se le ama o se le odia y él lo sabe. Las encuestadoras daban ventaja a Biden pero la animadversión contra ellas azuzada por Trump influiría en la negativa a responderlas por parte de sus simpatizantes y a contemplar la existencia de un voto escondido cuyas dimensiones acortarían la distancia entre los 2 candidatos.

Por ello en un contexto de elecciones que se avizoraban bastante reñidas, cobraba especial protagonismo el voto anticipado y particularmente el voto por correo. Y es que, en los actuales tiempos de la pandemia del Covid-19, el voto por correo se había disparado a niveles nunca antes vistos.

Tradicionalmente, el voto por correo suele favorecer al candidato demócrata. En las pasadas elecciones de 2016, un total de 57 millones de estadounidenses votaron por adelantado, frente a los más de 65 millones que lo han hecho este año. Además, las presentes elecciones han superado ya tanto el número de votantes por correo como los presenciales a los anteriores comicios; un dato que puede ser decisivo en el resultado.

Según proyecciones del US Elections Project, el 44,8% de los votos emitidos por correo serían demócratas, y el 30,5% serían republicanos. Además, en cuanto al voto del exterior esta modalidad de ejercer el derecho democrático también suele favorece al partido demócrata.

La premisa de Trump parte del retraso del recuento de algunos estados ya que no todos cierran el período de recepción de los votos por correo al mismo tiempo. Así por ejemplo, Pensilvania, permite la contabilización oficial de papeletas que llegan días más tarde del cierre de las urnas el día de las elecciones pero que evidentemente fueron enviadas antes; y es precisamente en ese estado que los republicanos ya están pidiendo a la Corte Suprema que bloquee los votos por correo para que no se cuenten si llegaron después del martes. Acciones judiciales que también han iniciado en Michigan y Wisconsin.

Sin embargo, Los casos antes mencionados, antes de llegar a la Corte Suprema nacional, deben pasar primero por el fallo de un juez local y luego de otros tribunales de apelaciones. Y si bien existen leyes de recuento si los márgenes entre uno y otro candidato son lo suficientemente cercanos, las razones para detener o rechazar una votación en curso deben ser contundentes y no parece ser este el caso, aunque los republicanos parecen estar dispuestos a llegar hasta el final a como dé lugar.

Lo cierto es que en toda la historia de las elecciones en los Estado Unidos jamás se ha argüido la existencia de la posibilidad de la comisión de un fraude electoral mediante la modalidad del voto por correo, por lo que puede inferirse que la estrategia de Trump no tiene otro fin que bloquear el conteo de los votos emitidos bajo esa modalidad, presumiblemente mayoritariamente favorecedores a los demócratas y cuyo recuento, que se inicia en varios estados con posterioridad al recuento de los votos presenciales, puede tardar más de lo acostumbrado debido al exponencial aumento de los mismos en el presente proceso.

Es allí donde entra a tallar la variable Corte Suprema.

La única vez que la Corte Suprema resolvió una elección presidencial en disputa fue en 2000, cuando esta, conformada por 5 jueces de tendencia republicana y 4 demócrata, selló la elección a favor del republicano George W. Bush al detener los recuentos de votos de Florida que podrían haber cambiado ese estado a favor del demócrata Al Gore.

De llegar otra vez la disputa electoral hasta la Corte Suprema de los Estados Unidos, ahora conformada por seis jueces conservadores -tres de ellos nominados por Trump- y tres liberales, el mandatario tendría una ventaja similar a la del 2000 y estaría confiando en que la última de las nombradas por él, la ultra conservadora Amy Coney Barrett lo ayude a persuadir a los otros conservadores de la corte para que invaliden las papeletas de los votantes cuyos voluntad sería impugnada.

Estados Unidos nunca había estado tan dividido frente a unos comicios, y el golpe económico y social provocado por la pandemia (negada innumerables veces por Trump) exacerba las diferencias y alimenta una polarización estimulada por el propio presidente y amplificada por las redes sociales.

Es una lástima que en el país que se precia de tener una democracia consolidada, dichas acciones sean además promovidas por su líder máximo y de quien se esperaría represente los valores e ideales de esta. La crisis institucional a la que parece estar caminando inexorablemente los Estados Unidos es culpa de Donald Trump y demuestra el porqué no merecía su reelección.

Escrito por

Zoon Politikón

Por Ricardo Lituma Muñoz. Abogado, idealista (¿o iluso?) creyente de las posibilidades de adecentar la política y el servicio público.


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