#ElPerúQueQueremos

LA GOEBBELSLIZACION DE LA INFORMACIÓN

Publicado: 2020-10-05



“Hay que hacer creer al pueblo que el hombre, la sed, la escasez y las enfermedades son culpa de nuestros opositores y hacer que nuestros simpatizantes se lo repitan en todo momento” (Joseph Goebbels)

Debo empezar estas líneas manifestando que defendiendo el derecho de toda persona a formarse su propia opinión respecto a tal o cual tema, así como a decidir las acciones que tomará al respecto, siempre que no violen la ley y atenten contra el pacto social.

Hecha esta aclaración confieso también que este artículo obedece a la intriga que me causan las reacciones observadas en personas cercanas a mí (las que consideraba juiciosas) ante la publicación de un artículo mío que precede a este (ver “La mascarilla de los terraplanistas”)  y en el que señalaba mi discrepancia con la negativa al uso de las mascarillas y la renuncia a las medidas de distanciamiento social como método de prevención contra el virus del SARS-coV-2, mas conocido como COVID-19.

Me sorprendió encontrar entre esas personas a defensores de la tesis de la “conspiración de los poderes ocultos”; pero me sorprendió aún más constatar que para tal fin, partían de hechos que son comprobadamente falsos.

Veamos:

Sostenían algunas personas que el Covid-19 no es una pandemia y argumentaban para ello que la prueba de su afirmación es el índice de mortalidad del virus, el cual es más bajo que el de otras enfermedades.

¿Es realmente una pandemia la del COVID-19?

Sin discutir que efectivamente el Covid-19 pueda matar menos personas que otro tipo de virus, es imperativo aclarar que una pandemia no se define por la mortalidad de la enfermedad, ni la eficiencia o no de los protocolos médicos generados para combatirla. La condición de pandemia la da la extensión de la enfermedad.

Si consultamos el diccionario de la RAE veremos que su definición es la siguiente: “Enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los Individuos de una localidad o región”.

Para la autoridad mundial en salud, La OMS, la declaración de pandemia hace referencia a la propagación mundial de una nueva enfermedad (ver: https://www.who.int/csr/disease/swineflu/frequently_asked_questions/pandemic/es/)

Pero si los adherentes a las “teorías de la Conspiración” descartan a la OMS como ente de referencia para estos fines, bastará revisar cualquier publicación médica seria para demostrar que la gravedad clínica de una enfermedad no es la condicionante para la definición de una enfermedad como pandemia. Es la extensión y dispersión de la enfermedad la que determina dicha condición.

Así pues, Para que se declare el estado de pandemia se tienen que cumplir dos criterios: que el brote epidémico afecte a más de un continente y que los casos de cada país ya no sean importados sino provocados por trasmisión comunitaria. Criterios que es imposible desconocer que se cumplen en el caso del COVID-19.

Conclusión: La premisa de partida “El covid-19 no es una pandemia” ES FALSA.

Otras personas, sin discutir la condición pandémica o no del COVID-19, afirmaron como prueba de la creación de dicho virus como parte de la conspiración de los “poderes ocultos” que están tras el establecimiento de un “nuevo orden mundial”, que en el “Evento 201” se realizó el ensayo para la diseminación del virus.

¿Pero que fue en realidad el Evento 201?

Se trató de una reunión realizada en New York, el 18 de octubre de 2019, por organizaciones como la Universidad John Hopkins, el Centro para la Seguridad de la Salud, el Foro Económico Mundial y la fundación Bill y Melinda Gates para llevar a cabo un ejercicio de simulación y prospectiva en caso de una pandemia, con el objetivo principal de identificar las áreas en las que fueran necesarias las alianzas del sector público y privado para lograr una respuesta eficiente y reducir las consecuencias económicas y globales de una pandemia.

La pandemia simulada consistía en un virus de origen animal (cerdos) transmitido a personas e hipotéticamente originado en una granja de Brasil. En este escenario, la enfermedad comenzaba a propagarse rápidamente de persona a persona y no había posibilidad de encontrar una vacuna durante el primer año para evitar la propagación de la enfermedad. En dicha simulación, todo terminaba a los 18 meses con 65 millones de muertes totales (para mayor información ver: “El ejercicio de simulación de una pandemia destaca una enorme brecha de preparación”).

Los teóricos de la conspiración señalan que en esa reunión se ensayó el virus que diseminarían después (“No puede ser coincidencia que tanto el virus del Evento 201 y el del COVID-19 se originasen de animales” dicen)

Olvidan esas personas que no era la primera vez que el mundo se veía afectado por diversos tipos de coronavirus, que también adquirieron la categoría de pandemia (para mayor información ver https://www.who.int/csr/don/archive/disease/coronavirus_infections/es/), así como otras enfermedades catalogadas como tal.

Refresquemos la memoria con algunas de ellas:

1- Influenza A (H1N1)

Fue la última "pandemia" previa al COVID-19. La gripe A H1N1. De origen animal -también llamada "gripe aviar", apareció en 2009. Era la primera vez en cuatro décadas que un nuevo virus de la gripe emergía y desataba una enfermedad a gran escala alrededor del mundo.

2- VIH/sida

Los primero casos del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), que provoca la enfermedad del sida en las etapas más avanzadas de la infección, se identificaron a principios de la década de los 80 en Estados Unidos y actualmente sigue siendo uno de los mayores desafíos de salud pública del mundo, sobre todo en países de ingresos medios y bajos, según la OMS.

3- La gripe "asiática" y de "Hong Kong" - 1957-58 y 1968

Entre 1957-1958 y en 1968 se produjeron, respectivamente, dos pandemias consideradas "leves" por la OMS: la gripe "asiática" causada por un nuevo virus de la influenza A (H2N2) y la "gripe de Hong Kong" causada por el virus H3N2.

4- La influenza de 1918

Sin duda alguna la más grave de las tres pandemias por virus de la influenza ocurridas en el siglo XX, pues se calcula que acabó afectando a alrededor de 500 millones de personas o un tercio de la población mundial.

Con los antecedentes antes mencionados ¿no resulta lógico pensar que importantes actores de las ciencias médicas, económicas y tecnológicas estuvieran interesadas en realizar el mencionado ejercicio de prospectiva ante un eventual caso de una nueva pandemia con el objetivo de determinar los desafíos de preparación y las respuestas que probablemente tendrían que darse en tal situación?.

Ello no fue una práctica desconocida. Llevémoslo a un contexto más pequeño y fácilmente entendible: ¿acaso no hacemos ejercicios de simulación ante escenarios como terremotos y tsunamis para hacer una proyección de los resultados y de las medidas que deberíamos tomar?

Conclusión: la premisa “El evento 201 fue el ensayo para la diseminación del COVID-19” ES FALSA.

Claro que para los “teóricos de la conspiración” no habrá argumento que valga. Total, siempre será más fácil y social y psicológicamente rentable buscar “culpables” a toda crisis.

Joseph Goebbels, el temido Ministro de Propaganda del tercer Reich alemán decía “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar”. Por ello es fácil advertir que muchas personas se han visto convencidas por la “seductora” dicotomía del “bien” y el “mal”, que los lleva a adherirse a la causa de los luchadores contra los “poderes ocultos” que buscan instaurar un nuevo “orden mundial” de carácter totalitario a través de prácticas como “nanotecnologías inyectada en vacunas” (lo cual es materialmente imposible. Para mayor información ver: “Es imposible que alguien implante un chip en la vacuna contra el coronavirus”), “seguimiento electrónico” y “control financiero total”.

Un amigo mío decía que el éxito de los teóricos de la conspiración y del crecimiento de las “fake news” iba de la mano con la ingenuidad y la ignorancia de la gente; la que a su vez era producto de los pocos hábitos de lectura de la misma. Es probable que tenga razón. En ese sentido apunta Nuria Labari en “La conspiración de los conspiranoicos” cuando sostiene que “la base de la educación y de la cultura es siempre la reflexividad, la toma de conciencia de las cosas, de un mundo de existencias objetivas. Y para tener un trato reflexivo con la realidad hay que meditar, leer libros, debatir, amar el conocimiento” .

Es innegable que en la política, la economía, y en todo orden de cosas en realidad, sus actores se mueven por intereses. Pero el mundo no se reduce a “blanco” y “negro”, a “bien” y “mal” absoluto. Hay muchos grises en él. Por eso nos corresponde ser más analíticos y críticos para leer, interpretar y juzgar la realidad que nos rodea. Abrazar sin mayor reflexión una “teoría”, apuntalarla en premisas falsas, es como construir un castillo de arena en la orilla del mar. Este inevitablemente se desmoronará cuando lleguen las primeras olas de la “verdad”.

El problema es que hoy en día parece más grande el riesgo de que “una mentira repetida mil veces se convierta en verdad”. Estemos alertas entonces y no seamos cómplices de la “Goebbelslización” de la información.


Escrito por

Zoon Politikón

Por Ricardo Lituma Muñoz. Abogado, idealista (¿o iluso?) creyente de las posibilidades de adecentar la política y el servicio público.


Publicado en